miércoles, 20 de septiembre de 2017

Plácido o Paraiso




Yamilé Mateo Arañó
Existen nombres de calles que recuerdan épocas vividas, nombres de héroes,  de establecimientos o comercios que existieron en ellas; pero hay otras, que reflejan la ocurrencia del santiaguero.
Existe una historia desempolvada por el cronista Ramón Cisneros Jústiz que recuerda el origen de la calle Paraíso y que relata que cierta vez que se le hacía justicia a un convicto y confeso criminal de larga historia penal, el público exclamaba frenético: ¡qué se vaya al infierno!
En tanto el reo ya preparado para ir a la horca, en los estertores de la agonía, movía las piernas como en una macabra danza y esto motivó a un santiaguero guasón a exclamar ¡qué infierno ni ocho cuartos, que va, este va pa´l paraíso! ¿No ven cómo baila?
Aquello impresionó tanto a los presentes que empezó a llamarse paraíso a la horca y a la calle que hasta entonces se nombraba Santiago.
Hasta nuestros días ha trascendido con dicha denominación, aunque oficialmente se llama Plácido, por el poeta mulato que fue condenado a la horca por su participación en la Conspiración de la Escalera.
Existen relatos como este que muchos no conocen, que denotan la jocosidad y la ocurrencia del santiaguero desde siempre, y aunque fueron parte de la cotidianidad en alguna época, dejaron sus huellas en las leyendas citadinas.


De platos y sabores





 autora: YAMILÉ MATEO

Hoy es buen día para convidar a la familia y preparar una comida especial para disfrutar juntos. En la mesa no puede faltar el congrí, ni un buen fricasé, quizás acompañados de tostones de plátano y quien sabe si para terminar un delicioso arroz con leche.
Umm, de pensarlo se hace agua la boca y es que esos son platos tradicionales de la mesa cubana, sobre todo de la santiaguera, pero ¿se ha preguntado alguna vez de dónde vinieron esas recetas, quién las preparó por vez primera en esta ciudad hasta patentizarlo en estas tierras y hacerlas criollas?
Seguro que sí, por eso les cuento que esos platos son parte de la deliciosa herencia de los franceses y sus esclavos haitianos. ¡Tremendo ajiaco cultural! Y hablando de ajiaco, esa exquisita comida donde se mezclan carnes, viandas y caldos es también parte de la huella franco-haitiana; interesante ¿verdad?
Los buñuelos de malangas tan comunes en las cenas de fin de año y  la crema de vie; el jigote, la harina dulce y salada y lo tubérculos hervidos con mojo forman parte también de la herencia culinaria de esa cultura que se instaló en Santiago de Cuba, y a cambio de cobija, brindó esplendor económico, nuevas costumbres y otros modos de vida que le dieron el brillo que hoy distingue a esta auténtica ciudad.