Pasaporte
y pasaje a mano, el corazón de tanto latir parece romper la ropa, el nudo en la
garganta a punto de explotar como lágrimas, la incertidumbre de un mañana
desconocido, aunque siempre con la esperanza de que sea mejor, la despedida y
esa frase de Voltaire que se acopla al
momento de que “partir es morir un poco” y la familia que llora. Espera volver
pronto; mientras tanto, lleva en las maletas un puñado de Cuba…
La
emigración cubana ha sido marcada, como la de ningún otro país por mitos y
estigmas. Aunque ha sido signada indiscutiblemente por factores políticos, económicos o sociales,
cada época ha marcado sus diferencias, la actual es una de estas.
El
principal país receptor es Estados Unidos, de hecho en un censo de población
realizado en el 2000 en este país arrojó que más de 1.200.000 personas de
origen cubano, población aproximada a la de Santiago de Cuba, la segunda más
poblada en esta nación.
La cercanía
geográfica, las tradiciones en el flujo migratorio, los vínculos económicos y
políticos entre ambos países en contextos concretos, el funcionamiento de redes
sociales y de parentesco, y las dinámicas transnacionales con huellas
económicas y culturales, son algunas de las condiciones que favorecen esta
migración.
Además se debe tomar
en cuenta los incentivos que tienen los cubanos para emigrar. La Ley de Ajuste les otorga
automáticamente permiso de residencia y de trabajo a cualquiera de estos que
ponga un pie en el territorio de EEUU.
Como si no fuera
suficiente existe un acuerdo bilateral
en el que Washington se compromete con La Habana a entregar no menos de 20 mil visas
anuales a los ciudadanos que quieran salir de Cuba de forma definitiva.
Sin embargo, siguen
surgiendo nuevos programas para "atraer" cubanos: desde el 2006 los
médicos de la isla que abandonen las misiones humanitarias en terceros países
tienen prioridad para la obtención de visados en los consulados
norteamericanos.
Lo paradójico es que
en el mismo año 2006 Washington expulsaba de su territorio a 900 mil
extranjeros, más de la mitad de ellos mexicanos, según revela una investigación
de la
Federación Internacional de Derechos Humanos.
No es de extrañar entonces,
que en México las mafias traficantes de personas falsifiquen los documentos
cubanos para vendérselos a emigrantes de otros países, según refiere el
periodista uruguayo Fernando Rasverg, en
su blog Cartas desde Cuba.
Evidentemente, ese
interés insólito a favor de que aumente la inmigración a los EE.UU. tiene un contenido
político, sin embargo no somos de los que más “se van” en un informe de la Comisión Económica
Para América Latina, CEPAL,
ubica a Cuba con un 8,7% de emigración (alrededor de 1 millón de personas de 12
millones que tiene su población) muy por
debajo de la media de su región, el Caribe, donde en algunas de las islas
vecinas el 20% de la población abandonó el país.
Otras naciones
latinoamericanas superan también la emigración cubana, El Salvador tiene un
14,5%, Nicaragua un 9,6%, México 9,4% -lo que significa varios millones de
mexicanos dada su población- y República Dominicana alcanza un 9,3%.
El rostro de los que dijeron adiós
Las características de
los emigrantes cubanos han variado en el tiempo. Existe un aumento de la
participación de mujeres y jóvenes como protagonistas de las migraciones. Datos
estadísticos que ofrece el sitio digital cubacontemporánea afirma que justamente, esa feminización de
las migraciones va más allá del incremento de la cantidad de migrantes, pues
entraña su participación de manera sistemática, rompiendo la tendencia
tradicional de que quienes salían principalmente eran hombres.
Por ejemplo, las
cifras indican que desde el 2005 al 2010 alrededor de 4000 mujeres de 20 a 29 años salieron del país
y otras más de 3500 de 30 a
35 años, mientras que las que relacionan a los emigrantes masculinos son
inferiores.
Emigran personas jóvenes, que salen de la población económicamente activa
de Cuba, reduciendo el reemplazo de fuerza de trabajo.
Agrega
también esta página que quienes parten tienen, por regla general, un alto nivel
de instrucción; sobresale la escolaridad media y media superior, mientras que
los universitarios predominan en los abandonos de misión y las negativas de
regreso, así como en el Programa Sorteo/Lotería por el Acuerdo Migratorio entre
Estados Unidos y Cuba.
En el caso
de las salidas ilegales, los niveles escolares de sus participantes son
inferiores a los de quienes participan en las otras formas y vías de
emigración, se señala en un trabajo titulado Posibles tendencias de la
emigración desde Cuba entre 2008 –2009, publicado en 2007en otro sitio. Se le
ha llamado “fuga de cerebros o talentos” a la salida de capital humano
altamente cualificado. En ese caso, los emigrantes buscan oportunidades
profesionales en el exterior y los países de destino adquieren sujetos con
elevada formación.
Según el color de la
piel, la emigración cubana definitiva hacia el exterior es predominantemente
blanca, y la presencia de personas mestizas y negras tiende a prevalecer en las
emigraciones temporales y fuera de Estados Unidos, lo cual está asociado a
patrones de selectividad establecidos por los países de recepción.
La búsqueda
de mejorías económicas, la aspiración a encontrar contratos laborales que
proporcionan mayores ingresos y la reunificación con familiares residentes en
el exterior son algunas de las principales motivaciones para irse de Cuba.
También se desea acceder a nuevas oportunidades de estudio a partir de becas
académicas y conocer países con culturas diferentes.
Más
recientemente, a partir de 2010, con el desarrollo del trabajo por cuenta
propia, hay quienes salen con el interés de participar desde el exterior en el
desarrollo de prácticas privadas en Cuba, mediante el envío de remesas. Así
mejoran su condición económica y favorecen la de sus familiares.
Existen
otros que emigran con carácter temporal y de manera frecuente, viven en
condición de circularidad, en un “ir y venir” en el que se comparte el tiempo
de estancia entre Cuba y el país, o los países, que se visitan.
La voz de los que se
despiden
Un
buen amigo en forma de jarana siempre me dice que si uno levanta una piedra en
cualquier parte del mundo, puede salir un cubano.
Y
es que muchos son los países receptores de los emigrantes de esta nación que
salen buscando mayores ingresos para ayudar a los suyos. Una de ellas es Lizi,
de 22 años, nacida en un municipio santiaguero y graduada de Ciencias
Informáticas, se casó con un panameño que vino a estudiar Medicina y decidió irse con él a vivir a su país, porque “con mi preparación
académica puedo encontrar algún trabajo en el que me paguen bien y así ayudar a
mi familia. Yo hubiese querido criar a mis hijos en mi tierra, cerca de los
míos, quizás algún día si tengo suerte financieramente, pueda realizar este
sueño.”
Manuel era profesor universitario en esta ciudad y
se le presentó la oportunidad de realizar una maestría en España, luego de
culminarla decidió no regresar “Cuando estaba allí me hicieron una propuesta de
trabajo en el que me iban a pagar muy bien, lo pensé mucho porque eso implicaba
dejar a mi niña aquí, pero lo hice con la esperanza de tenerla algún día a mi
lado y de recuperar el tiempo perdido”.
Yisel
recién terminaba el pre universitario cuando salió con su mamá y hermano por
las facilidades del Programa del Sorteo que
ofrece Estados Unidos a los de este país. “Ser un cubano – norteamericano es
ser un emigrante con privilegios, todos es política pero lo cierto es que te
ubican para que no pases las mismas necesidades que otros que provienen de
diversos países latinoamericanos.
“Nosotros
no salimos por estar en desacuerdo con el sistema como quieren hacer creer sino
buscando mejores condiciones económicas, mi hermano y mi mamá son universitarios
y trabajan en lugares afines con sus profesiones, yo estoy estudiando para
asegurar mi futuro también”.
Alfredo Pérez, joven que fue reclamado por su
hermana con residencia americana, habla de sus experiencias luego de cinco años
fuera del país: “Al principio me fue difícil acostumbrarme a un mundo totalmente nuevo en
todos los sentidos . Hay que vivirlo para entenderlo. El idioma, la cultura. A
veces me siento con un vacío inmenso, porque el emigrante deja todo atrás, sus raíces,
su tierra, sus amigos y su familia. Es muy doloroso pero uno siempre espera
prosperar para que esos que quedaron atrás también lo hagan. Cuando uno se adentra
en las redes sociales en internet existe un sustantivo común que une a los que
están en otras latitudes, la nostalgia. Todos hablan de la añoranza por su
barrio, sus paisajes, sus hogares, en fin que en cada uno se ha quedado un
pedazo de Cuba.