Ella cambió aulas por alcobas; libros y asignaturas, por madrugadas de parrandas con sabor a alcohol. A veces pasaba hasta un mes y su madre desconocía su paradero. Su adolescencia se llenó de conflictos, de falsas ilusiones, amores problemáticos y sobre todo, de malas compañías.
Cuando habla de esa época, Yarisleydeis, fija sus ojos en la distancia recordando el pasado que la trajo hasta la escuela de conducta Osvaldo Socarrás. Los detalles los deja en el silencio, pero la mirada esquiva y la voz temblorosa denuncian la crudeza de una vida que escogió con apenas quince años.
En este internado ha encontradoun sentido diferente para sus días. Es aficionada al arte y canta en el grupo Impacto Juvenil perteneciente al centro.
Se destaca como una de las mejores en los talleres de artesanía, participa en los círculos de interés, en los matutinos, entre otros.
Allí continúa también los estudios de Belleza que inició en la enseñanza politécnica.
“Yo me siento otra persona, mi conducta es otra y espero no tener que volver a este tipo de escuela nunca más, cuando salga terminaré mis estudios y comenzaré a trabajar como una muchacha corriente, lo haré por mi mamá que lo merece, por mi hermanito que necesita un mejor ejemplo, y lo más importante, por mí.”
Como ella, 31 menores de edad con conductas antisociales que no llegan a constituir hechos de peligrosidad tratan de encontrar rehabilitación en este centro.
Con un claustro de profesores del nivel de Secundaria Básica y Politécnico y especialistas como psicólogos, psiquiatras, psicoterapeutas, profesores de talleres, entre otros, ayudan a cada uno de estos menores a encontrar su sitio.
Al llegar, estos adolescentes recomendados por el Centro de Diagnóstico y Observación (CDO) y el Centro de Atención a Menores (CAM) donde existe un personal del Ministerio del Interior (MININT) y del Ministerio de Educación, son atendidos directamente conjuntamente con cada familia.
UNA LEY PARA LOS NIÑOS CON NECESIDADES EDUCATIVAS ESPECIALES
En el pasado siglo, se promulga una Ley Especial para el tratamiento a los menores con trastornos de la conducta, incluidos aquellos que comenten hechos tipificados por la Ley como delitos, el Decreto Ley 64 del 30 de diciembre de l982, que estableció el Sistema de Atención a Menores con trastornos de conducta, siendo una de las conquistas más significativas de nuestra Revolución, en materia de minoridad
Con esta legislación se logró en primer lugar sustraer a los menores de edad de la esfera de competencia del Derecho Penal y considerar los hechos delictivos como conductas, siendo lo principal la reorientación al conocer las causas, problemas de personalidad, limitaciones, desarrollo intelectual, instrucción escolar y prepararlos para su integración social.
Este Sistema de Atención a Menores tiene un carácter eminentemente educativo, respaldado por una legislación ágil y flexible, donde la investigación y obtención de las evidencias de la comisión de los hechos, constituye un aspecto a considerarse dentro de la conducta del menor, preocupándose en igual sentido por las causas que lo motivaron.
LA MANO QUE AYUDA
En este centro educacional encuentran un hombro en quien llorar y personas dispuestas a darle una nueva oportunidad de reincorporarse en la sociedad siendo mejores ciudadanos.
Amarilis Muñoz Socarrás, defectóloga con más de dieciocho años de labor en esta escuela se seinte útil en cada jornada: “me gusta mi trabajo con estos niños con trastornos en la conducta, me satisface poder ayudarlos en el cambio de su modo de vida, en su forma de expresarse. Aquí muchos llegan muy rebeldes y salen superados. Recuerdo con cariño una estudiante que salió recientemente que llegó con una conducta inapropiada, rebelde, gesticulaba al hablar, no medía distancias al comunicarse con las demás personas, tenía incluso malas relaciones con su madre y aquí se convirtió en otra persona.
Una llega a tomarle cariño, son adolescentes con problemas, que tienen muchos conflictos internos pero que se pueden moldear, trabajar con ellos. Actualmente yo tengo muy buenas relaciones con muchos de los egresados, incluso, nos llamamos por teléfono en ocasiones.”
Llegan la mayoría con miles de laberintos internos, con la rebeldía de la adolescencia sumado a conflictos heredados de familias disfuncionales, conductas moldeadas por malas compañías y conceptos errados de valentía y hombría. Allí encuentran herramientas, personas que no juzgan y ayudan y sobre todo una nueva oportunidad.