jueves, 31 de octubre de 2013

El ojo que te mira en el ciberespacio




Muchas veces los cubanos hemos sido cuestionados en las redes sociales, y a los periodistas nos tildan de twitteros asalariados o de blogueros pagados y es que quizás para las personas del resto del mundo encontrarse con otros en el ciberespacio es una manera de ocupar el tiempo ocioso, pero para los de esta latitud todo tiene otra connotación.
 Puede parecer exagerado, pero cada vez  que navego en facebook me siento que vivo al lado de una vecina chismosa.
Nada más necesitan un parpadeo en Cuba y todos los medios internacionales y sitios sociales hacen del suceso todo un acontecimiento, no  falta el comentarista social y político, incluso, el psicoanalista del los cubanos “bajo el régimen castrista.”
A veces quisiera poner HOY ME SIENTO CANSADA,  como lo haría cualquier persona del mundo, pero el dedo se queda inmóvil sobre la tecla cuando empiezo a imaginar los comentarios, “régimen castrista produce cansancio en los jóvenes cubanos” o “el cansancio es el primer síntoma para que los cubanos que han vivido 50 años bajo la dinastía de los Castro piense en el suicidio.”
Así es la vida de cada uno de los que vivimos en esta isla mientras navegamos en ese mundo maravilloso que posibilitan las altas tecnologías.
Ni pagados ni asalariados, tenemos una vida más o menos normal, parecida quizás a la de otros, solo que las brazadas deben ser más fuerte para no sucumbir ante ese ojo gigante que te observa y espera el primer teclazo, la primera palabra, para agigantar problemas, tergiversar situaciones y para hacer de cada internauta que pisa esta tierra, un rival o una víctima.

  

miércoles, 30 de octubre de 2013

Una Ciudad que renace





El calendario  marcó ese día como el de San Rafael, el Médico Divino, pero con seguridad los santiagueros lo recordarán, por muchos años, como el de la llegada del huracán Sandy.
Quien ve las fotos o revive las angustias de aquella madrugada que se tornó rojiza mientras árboles y tejas volaban con la furia del viento, y las paredes se desplomaban cansadas de luchar contra la tempestad, el que recuerde los rostros de dolor en las calles al amanecer mientras veían una ciudad que yacía en escombros, se sorprende como a solo un año se levantó de sus cenizas,  para demostrar la valía de su gente.
Aún mostramos muchas cicatrices de las heridas que aquel embate agudizó, pero hoy con la disposición de un pueblo con voluntad de seguir, Santiago resurge del dolor y del desaliento mostrándose en sus entrañas una savia fortalecida que recorre sus calles.
En cada recodo de esta ciudad ha llegado la luz de la esperanza, incluso en los barrios donde la necesidad y desesperación habitó en lugares inimaginables.
Sandy, a pesar de dejar una estela de dolor fue la brecha para convertir esta urbe en un lugar más seguro y lograr un mayor resguardo y confort para la familia santiaguera.
Este huracán de nombre sonoro sirvió para repensarnos y mirarnos por dentro, destapó con furia nuestros mayores problemas, lastimó con saña las heridas que nos dolían hace bastante.
Pero nos levantamos, secamos las lágrimas, sacudimos el polvo del raspón de la rodilla y hacemos en el día a día de este lugar, una ciudad que renace