Fue mi héroe y mi galán, el modelo de hombre
al que aspiraría cuando creciera, mi genio que me desenredaba los laberintos
sin salida de números, geometrías del espacio y elementos químicos.
Cuántos
sacrificios que solo entendí después que tuve hijos, cuántas exigencias que me
hicieron rabiar y hoy las agradezco.
Supe
un día que esperaba varón en mi lugar pero se enterneció cuando sonreí por
primera vez y él fue la razón.
Ya
se me está poniendo viejo, la edad le ha caído encima, no escucha como antes,
camina “como perdonando el viento”, habla más del pasado que del futuro, su
mirada requiere cristales con aumento, su cuerpo se llena de achaques y su
mente necesita rutinas para no olvidar. Sí, mi novio se me está poniendo viejo,
pero aún me consuela su beso en la frente y su mano evita mis tropiezos.
Sé
que mi “viejuco” no estará para siempre pero ojalá el tiempo me lo resguarde
por mucho más, ojalá pudiera retribuirle tanto amor con más a cambio, ojalá pudieran
mis hijos recordar en su adultez a este hombre inmenso que les hace menos
doloroso sus raspones.
A pesar del tiempo que carga sus historias en
silencio y se le marcan en la piel, a pesar de los años que arrastra como
grilletes y mientras más le pesan más duelen, sigo amando este novio mío, como
la primera vez.
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