viernes, 27 de junio de 2014

Mi novio se me está poniendo viejo





Ya no tiene el pelo ni el bigote tan negro como antes, ya no es tan robusto ni tan alto como cuando lo veía desde la altura de mi niñez, pero sigue siendo el mismo de la mano firme que me brinda apoyo   con un optimismo a prueba de toda adversidad.
 Fue mi héroe y mi galán, el modelo de hombre al que aspiraría cuando creciera, mi genio que me desenredaba los laberintos sin salida de números, geometrías del espacio y elementos químicos. 
Cuántos sacrificios que solo entendí después que tuve hijos, cuántas exigencias que me hicieron rabiar y hoy las agradezco.
Supe un día que esperaba varón en mi lugar pero se enterneció cuando sonreí por primera vez y él fue la razón.
Ya se me está poniendo viejo, la edad le ha caído encima, no escucha como antes, camina “como perdonando el viento”, habla más del pasado que del futuro, su mirada requiere cristales con aumento, su cuerpo se llena de achaques y su mente necesita rutinas para no olvidar. Sí, mi novio se me está poniendo viejo, pero aún me consuela su beso en la frente y su mano evita mis tropiezos.
Sé que mi “viejuco” no estará para siempre pero ojalá el tiempo me lo resguarde por mucho más, ojalá pudiera retribuirle tanto amor con más a cambio, ojalá pudieran mis hijos recordar en su adultez a este hombre inmenso que les hace menos doloroso sus raspones.
 A pesar del tiempo que carga sus historias en silencio y se le marcan en la piel, a pesar de los años que arrastra como grilletes y mientras más le pesan más duelen, sigo amando este novio mío, como la primera vez.

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