Cuando haya que pintar a la cubana de estos tiempos el óleo y el pincel tendrán que describir su magnitud con líneas y colores.
Habrá que mostrar sus preocupaciones de emanciparse, de progresar sin ataduras.
Cada matiz la reflejará lo mismo detrás de una conga que frente a un aula universitaria; manejando un tractor que abriendo un pequeño negocio como cuentapropista.
Tendrá que expresar en cada trazo a la que sabe ser amante sin ser esclava, que se siente reina pero no ostenta corona ni tronos, poseedora de un pecho inmenso para acunar a sus hijos y de un vientre fértil y pródigo.
No sé cómo lo logrará el pintor pero tiene que mezclarse en ella los sabores dulce y picante, sin el prototipo de una mulata sexy, sino una de todos los colores como lo es su propia esencia, incluso con esas libritas de más que el ajetreo diario no le permite bajar en gimnasios ni saunas.
La queremos tal como es, con su andar rápido, “picantosa” y sabia, con mil mariposas en la mente, soñadora y luchadora. Con raíces hondas en su suelo, corajuda sin dejar de ser sensible.
El pincel deberá pintar en una sola mujer millones de rostros hacedores de amigos, fieles a ellos aunque los aleje la distancia y el tiempo.
Y sus palabras tendrán un tono fuerte y jocoso. Sus lágrimas serán restregadas con fuerza por sus manos mientras su corazón indica que hay que seguir pa´lante y luchando...
Pobre pintor, deberá lograr que la mujer de su óleo tenga olor y sabor a Cuba.
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