jueves, 2 de febrero de 2012

De la moda, un tambor

Tendido en un banco de la beca universitaria, estaba un joven de unos veinte años, mostrando su pecho y axila depiladas, mientras su novia inclinada sobre su rostro, le daba a sus cejas menos copiosidad.
 Muchas personas de generaciones anteriores verían esta escena con desdén pero lo cierto es que cada vez se vuelven más cotidianas al pasar el tiempo.
Claudia, de noveno grado encuentra  más atractivo a los hombres depilados, “yo le exijo a mi pareja que se depile, en Cuba hace mucho calor para tantos vellos, encuentro que así es más higiénico, además es un ritual romántico y a la vez gracioso cuando, por ejemplo, nos afeitamos juntos las piernas”.
Hoy es frecuente ver a varios de los jóvenes cubanos con tendencias que en otras épocas se consideraban femeninas como el depilarse las cejas, arreglarse las uñas, teñirse el cabello, usar aretes (incluso en las dos orejas), collares largos, piercing, entre otros, sin que esto necesariamente marque las preferencias sexuales.
Alejandro muestra un pelo largo y copioso que cae, con un corte moderno sobre sus ojos. Para mantener su apariencia asiste recurrentemente a unas de las peluquerías más céntricas de la ciudad. “Cada vez que le pido al estilista  un corte específico no falta quien me mira por encima de los espejuelos, las cejas levantadas y miradas cómplices y en algunos casos, he escuchado hasta comentarios sobre la juventud perdida.”
La nueva generación masculina no se avergüenza de pasarse varias horas frente al espejo para ataviarse, usar cremas o polvos, engomarse el cabello y lucirle así a las féminas.
El vestuario siempre ha sido importante en todas las épocas, jóvenes o no, sea de cualquier clase o sector social. Ellas marcan identidad, el momento histórico en el que viven, modos de pensar y culturas.
En Cuba existe mucha influencia extranjera, sobre todo de los artistas internacionales y nacionales de moda.
“Cada vez que le reclamo a mi nieto su forma de vestir cuando va alguna fiesta con pantalones tres veces mayor que su talla, medio calzoncillo afuera, espejuelos oscuros en la noche, me responde ´ay abuela eso es lo que se usa, no ves los –regguetoneros- como se visten, esa es la onda” -afirma Mercedes quien se califica una abuela bastante moderna -, “cada cosa para cada persona y sexo, todavía nuestro país es muy machista y algunas de las prendas que hoy llevan los varones no son bien vistas por los mayores y los tildan de homosexuales o de superficiales, no quisiera que a mi nieto lo echaran en ese saco porque independientemente cómo se viste es un buen muchacho.”
Existen estudios que enmarcan estas tendencias en disímiles corrientes como por ejemplo la metrosexual, mikis, repas, emos, entre otras,  pero lo real es que los jóvenes cubanos no se interesan por ninguna de estas etiquetas. “Yo no me preocupo si lo que uso o cómo me arreglo es motivo para hacer un tratado o un libro, que hagan de mi ropa un tambor, cambiando el refrán popular, lo que sí me importa es que cuando me mire al espejo me sienta bien, y lo más importante, que las muchachas se interesen por mí”- refiere un joven universitario.
Lo que no está en la onda
 El estar a la moda se ve reflejado en no pocos estudiantes con el uniforme escolar. Camisas ajustadas por pinzas, pantalones anchos que muestran la marca de la ropa interior (en algunos casos mucho más), cuellos levantados, espejuelos oscuros…
El reglamento existe para no violarlo, un uniforme debe usarse correctamente y debe alejarse de las modas imperantes.
“En ocasiones quienes usan el uniforme escolar de esta manera no son los mejores alumnos. Un papel importante en este sentido lo desempeña la familia, existen madres que suben el falso a las hembras, o que le ponen el material de las placas usadas como examen médico en los cuellos a los varones. Cada padre debe velar por cómo viste su hijo para ir a la escuela”, explica Yénisse Bruzón, educadora de Secundaria Básica.
Por otro lado hay quienes marcan su cuerpo con tatuajes o se perforan las cejas, la nariz, la zona del ombligo, y muchas más, con piercing o argollas.
Sin el ánimo de etiquetar la conducta de los jóvenes por estas marcas en el cuerpo sí creo necesario dialogar por los prejuicios a la salud que pueden acarrear cada uno de estos y si en verdad, son estéticos.
El Doctor en Ciencias Históricas Julio César González Pagés, coordinador general de la Red Iberoamericana de Masculinidades, en una entrevista relacionada con el tema sostuvo que “la moda pasa por la cultura, por la evolución de los modos de expresión, y a veces los más jóvenes son objeto de críticas porque los adultos nos sentimos con el derecho de decirles lo que deben usar”.
Más allá de una estética individual, de géneros, la moda marca estilos de vida y una etapa histórica y social,  por eso es motivo para dialogar, para pensar más que para criticar, para proponer más que imponer. Creo que podríamos, por ejemplo,  darles más opciones a nuestros jóvenes con pecios asequibles de prendas que los identifiquen con lo que aman del país en el que viven, de sus artistas, deportistas, de sus paisajes. No necesitamos miradas alarmadas que niegan con la cabeza, es el momento de mirar con otra óptica, de entender y conversar. Sin marcas ni etiquetas los jóvenes de hoy son indiscutiblemente, el  reflejo de su tiempo.  

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