martes, 18 de febrero de 2014

La mezcla que hay en mí





Desde que nació Dari estoy por ir al Cobre, hace unos días nos decidimos, no hay lógica ni ciencia ni ateo que me quite esa fe que nace con la mayoría de los cubanos, mucho más si son santiagueros.
Siempre la iglesia me colma de algo extraño de explicar, lo siento como si un campo magnético me rodeara, quizás es sugestión.
 Cuando le dejé lo prometido algo inusitado me conmovió y no pude contenerme, lloré frente a su altar después de ver la maqueta de la casa de una pareja llamada Sucel y Manolito agradeciendo el haber cumplido el deseo de tantos años.




Lloré  como si aquel nombre fuese el mío, yo sé cómo duelen levantar paredes en Cuba, ese es un anhelo de muchos, incluyéndome. Era una casita simple, la de la maqueta, de personas sin muchos recursos, o al menos de los que no reciben remesas del exterior para darse el lujo de hacer una vivienda con todo lo de la ley.
Después de salir de aquel ambiente tranquilo, con música cristiana de fondo, flores, velas, oraciones…Darío no quería irse y salimos a buscar la otra parte que late dentro de mí.
Este es el monumento al esclavo rebelde, único en Cuba. Erigido en las montañas de Cobre, por ser los esclavos cobrenses los primeros en alcanzar su libertad en el país.
No fuimos al Monumento del Cimarrón, a pedirle al Elegguá de los Festivales del Caribe, el mismo al que  muchos negros esclavos le pedían que le abrieran los caminos del monte virgen que los refugiaban, queríamos sentir la adrenalina de aquel negro cansado del maltrato que se fugaba por esas montañas tan tupidas, prefería ser devorado por los perros o muerto a latigazos si lo encontraban que seguir esclavo explotando las minas del cobre de la manera más brutal.
Del mismo negro cobrense que casi 60 años antes de la independencia nacional de los esclavos ya ellos disfrutaban de su libertad. Ganada a sangre y dolor, con la ayuda de la iglesia católica de la región que pidió clemencia por los esclavos de esta zona.
El olor a cobre, cinc invade el aire. La naturaleza no permitió que desgarraran sus entrañas explotando sus minas. Desbordó con agua cada grieta hecha por el hombre para extraer metales. Pintó con agua azul su dolor…
Estas minas del Cobre no pudieron explotarse más porque el manto freático llenó de agua cada abertura.
Empezó a llover, tenía que llegar a tiempo a buscar a la tremendísima Mile. regresamos en el camión de los que actualmente trabajan en la mina extrayendo metales, sonreí por mi suerte.
Miré el reloj, era un poco tarde, sentía que algo se quedaba, quizás era un poco de mí. 

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